“Vas a necesitar un barco más grande”
EE.UU. 1975. 124 minutos
Guión: Peter Benchley y Carl Gottlieb
Dirección: Steven Spielberg
Reparto: Roy Scheider, Robert Shaw, Richard Dreyfuss
Como casi todas las grandes películas, Tiburón sufrió una serie de vicisitudes que sirvieron para hacerla mejor. El entonces bisoño Steven Spielberg decidió rodar directamente en el mar, en lugar de hacerlo en un estudio. Lo que parecía una buena idea, casi acaba con la producción, debido a las dificultades que aparecieron en el medio natural.
Entre las más importantes, los modelos de tiburón mecanizado construidos sufrieron bastantes incidentes debidos especialmente al agua salada. Esta situación supuso que durante gran parte del metraje solo intuyamos la presencia del escualo, al que veremos solamente de manera clara en las escenas finales. Lo que, en principio, fue un grave incidente, significó un gran acierto para la película, ya que aumentó considerablemente el suspense a lo largo de todo el metraje.
Otro de sus grandes aciertos es no centrarse únicamente en el bicho, sus merendolas y su consiguiente caza. La cinta sabe sacar provecho y reflexionar sobre la codicia en un incidente como este y cómo se ponen por encima los intereses económicos sobre la seguridad de las personas. Nada nuevo bajo el sol.
Centrándonos en el título, la película se llama igual que la novela homónima de Peter Benchley, Jaws, cuya traducción más acertada sería Mandíbulas. La traducción Tiburón podría parecer un spoiler en toda regla, pero este planteamiento queda roto por el tremendo cartel de la película, en el que vemos la cabeza de un escualo gigante que se dirige desde abajo a zamparse a una nadadora.
Además, le hicieron un favor a la película Lake Placid (Lago tranquilo en su traducción literal) un thriller de serie B sobre un cocodrilo gigante, protagonizado en 1999 por Bill Pullman y Bridget Fonda, que en estos lares se tituló, precisamente, Mandíbulas.