Si hablamos de James Bond, el actor más icónico que nos viene a la mente será sí o sí Sean Connery, que inauguró la saga hace más de medio siglo. Curiosamente, Ian Fleming no estuvo de acuerdo en un primer momento con la elección. Consideraba que el escocés era demasiado obrero, para la concepción original del personaje al que veía como un tipo sofisticado de clase alta. El escocés le parecía excesivamente rudo para el papel.

Tras Connery, otros cinco actores han interpretado también al espía con licencia para matar. Su sustituto, George Lazanby duró una sola película por voluntad propia. No era un actor profesional pero aportó al personaje una interesante vulnerabilidad emocional.

Roger Moore tiene el récord de encarnaciones del espía. Lo hizo más glamuroso y al mismo tiempo con más humor. Por su parte, Timothy Dalton, que solo protagonizó dos películas, es seguramente el Bond más fiel a las novelas de Fleming, y también el menos seductor. Como mezcla de estos dos últimos aparece Pierce Brosnan, un espía sofisticado y adaptado a los tiempos modernos, que se apoya mucho en los gadgets de su oficio.

Pero si hay que elegir uno, me quedo con Daniel Craig que, desde su debut en Casino Royale (2006), introdujo una visión del personaje distinta a todas las anteriores. A diferencia de los Bonds más pulidos como Sean Connery o Pierce Brosnan, el de Craig es un agente vulnerable y con un mundo personal oscuro. Nos muestra a un espía capaz de amar, sufrir y cometer errores, algo que rara vez se había visto en la saga. Esta vulnerabilidad no solo hace más creíble al personaje sino también más interesante. La decisión de mostrarlo herido tanto física como emocionalmente conecta con una audiencia que busca complejidad en los héroes contemporáneos.

Lo cierto es que su 007 le debe mucho a Jason Bourne, especialmente en las escenas de acción. Es una actualización del personaje acorde a los tiempos que corren.

Con él, Bond no solo dispara y seduce; también participa en peleas cuerpo a cuerpo y sufre las consecuencias, algo que resalta la crudeza del mundo en el que se mueve. En escenas de acción, Craig es un Bond que realmente lucha y se enfrenta a peligros físicos que parecen reales, lo que ayuda a hacer más verosímil su papel de agente de élite que puede afrontar cualquier reto.

Los guionistas también han hecho evolucionar a Bond a través de Craig. En Skyfall (2012), por ejemplo, se explora su historia personal, revelando su lado más emocional y un pasado que lo ha marcado. El personaje es duro pero al mismo tiempo más humano, y vulnerable.

El Bond de Daniel Craig se ha convertido en un ícono de nuestra época, adaptándose a una era de cambios en cuanto a valores y expectativas. En sus películas, el rol de las mujeres se ha redefinido, mostrando personajes femeninos más complejos y autónomos que en las entregas anteriores. Bond deja de ser un simple “playboy” para interactuar con mujeres en igualdad de condiciones.

Daniel Craig ha logrado lo que parecía casi imposible: transformar a James Bond en un héroe moderno y humano, sin perder la esencia del personaje. Lo único que le falta es la interacción en redes sociales, claro que, al ser un espía, su majestad se lo tiene prohibido.