Si oyes hablar de un personaje llamado The Tramp, ojo no Trump, posiblemente no te suene de mucho. En cambio, si te nombran a Charlot, no dudarás en señalar a Charlie Chaplin, ¿verdad?

Vamos a realizar un viaje lingüístico para descubrir los nombres con los que se conoce por todo el mundo mundial a uno de los mejores cómicos de la historia (con el permiso de Buster Keaton, los hermanos Marx y los Calatrava, entre otros).

El vagabundo con el bombín más famoso de la historia y con el bigote más famoso de la historia (hablamos de los buenos, claro) fue uno de los pioneros del cine. En Estados Unidos, donde todo empezó, Chaplin es conocido simplemente como «The Tramp» (El Vagabundo). Un nombre sencillo y poco original, pero que describe perfectamente esa esencia de errante (no holandés) con corazón de oro.

Cruzando el charco hasta su madre patria, Gran Bretaña, nos encontramos una operación de encogimiento tipo jíbaro, que llevó a llamarle “The Little Tramp”, como al Pequeño Nicolás. Se supone que lo hicieron por añadir un punto de cariño, aprovechando también su altura de 1,63 metros.

Ya en España, el personaje se convierte en «Charlot». Un nombre corto y sonoro con cierto toque chic y que compartimos no sólo con nuestros vecinos franceses e italianos si no con América Latina.

Incluso en Rusia, donde el personaje es conocido como «Шарло» (pronunciado «Sharlo»), recuerda más a Charlot que a The Tramp.

Y más allá aún, en Japón, a Chaplin le llaman «チャップリン» (Chapurin). Sí, suena similar a Charlot, pero con ese toque kawaii que los japoneses saben darle a todo.

¿A qué se deben estos cambios de nombre? Hay que recordar que estamos en los primeros años del cine mudo y las películas llegaban a Europa sin apenas información ni detalles sobre los personajes. Las distribuidoras tenían que encontrar una manera sencilla de referirse a esos personajes que rápidamente se volvieron icónicos para los espectadores.

En francés y en castellano

Una teoría sugiere que el nombre Charlot podría haber surgido de la necesidad de los distribuidores y exhibidores de diferenciar a Charles Chaplin del personaje que interpretaba. En lugar de llamarlo simplemente «El Vagabundo» o «The Tramp», optaron por una variación del nombre del propio actor, «Charles», adaptándolo a un diminutivo más cariñoso y fácil de recordar: Charlot. Este nombre sonaba bien en francés y español, lo que ayudó también a su popularización en varios países de habla hispana.

Otra posible razón para la adopción de Charlot en España tiene que ver con la fonética: Charlot es un nombre que suena amigable, cercano y fácil de pronunciar en castellano. Además, encaja perfectamente con la personalidad entrañable y cómica del personaje. El caso es que este nombre cuajó  porque recoje de manera magistral el espíritu del vagabundo de una manera que conecta emocionalmente con el público.

Charlot no es solo un nombre, es un homenaje a un personaje que ha dejado una huella imborrable en la cultura popular. ¡Larga vida a Charlot!